26 marzo 2020

CÓMO CONVERTIR UN LIBRO GENIAL, EN MORTADELA


Cuarentena mediante, me encontré con la “versión yanky” de la película EL SECRETO DE SUS OJOS. A mí me gustó mucho la película, y leí con verdadero placer el libro de Sacheri, que es aún mejor que la película.



Inmediatamente, se me generó la inquietud… cómo irán a tratar el trasfondo político los yankis... la actuación de la Triple A, la dictadura militar, la complicidad de la justicia…
Me parecía que tanto el libro de Sacheri (bastante diferente de la película), como la película de Campanella… son muy argentinas, y que iba a ser complicado “traducir” eso a la idiosincrasia norteamericana.

 (En este mismo momento, los que no quieren enterarse de qué viene la película yanky, retírense, así no me acusan de spoilear o no sé qué.) Después no digan que no  les avisé… 

Con esa expectativa, me puse a ver la película yanky… Y no me equivoqué: hicieron una película de mierda, HORRIBLE.

Le cambiaron el título. Se llama SECRETOS DE UNA OBSESIÓN. 


Darín es negro y en vez de ser prosecretario de un juzgado, y posteriormente jubilado y escritor… es policía del FBI y nunca escritor, nunca  jubilado... solo se fue del FBI para dedicarse a la “actividad privada”

  
El actor  se llama Chiwetel Ejiofor… y sobreactúa un montón.
    
Rago es mujer… y es Julia Roberts, que en vez de la esposa, le matan la hija adolescente… y en vez de trabajar en un banco, también es policía del FBI. Y es amiga del Darín negro. Muy amiga.











Soledad Villamil, que en la peli argentina empieza siendo secretaria del juez Fortuna, es Nicole Kidman… que entra como ayudante del fiscal.
  

El personaje TAN importante de Francella (Pablo Sandoval), está desdibujado, en un tal Bumpy, que carece de atractivo. Hace el chiste de atender el teléfono diciendo “tratamiento de disfunción eréctil…” en vez de  “banco de esperma…”


No es alcohólico… No muere a manos de nadie… no se hace pasar por Darín ni es asesinado por la Tripe A protegiendo a su amigo… Es otro policía, ladero del negro Darín, pero sin ninguno de los componentes que hacen del personaje de Pablo Sandoval, un hallazgo en nuestra peli.

Otro desperdicio es el juez Fortuna Lacalle,  un personaje que te hace emputecer, que representa TAN bien a los funcionarios judiciales…


No es casual que Sacheri relate con tanta precisión el medioambiente tribunalicio. Trabajó efectivamente en Tribunales y vivía en Castelar, así que en el libro te pinta la zona, el tren Sarmiento… todo con una precisión fotográfica.

Fortuna Lacalle es el típico personaje de la Justicia: un ser mediocre, con una gran firma presuntuosa, llena de firuletes, que se quiere sacar de encima la mayor cantidad de causas, sean homicidios, hurtos o delitos gravísimos… ni siquiera es un hijo de puta, es sólo un imbécil con ínfulas. Sacheri lo retrata impecablemente. En la película el personaje queda bien logrado.

En la peli yanky, lo reemplazan por un fiscal corrupto… casualmente de apellido Morales (como se llama el personaje de Rago en la peli nuestra)… que como su apellido latino lo indica, no vale un carajo.


El personaje de Romano, el otro prosecretario del juzgado de Fortuna… el enemigo de Darín, (el que Darín hace echar del juzgado por torturar a los dos albañiles, para que se hagan cargo del crimen de Liliana Colotto)…el que recluta a Isidoro Gomez para la Triple A, en la peli yanky es un oscuro compañero del FBI, interpretado por Doug de House of Cards… que es un provocador gratis.



 Tampoco tiene la gracia nefasta de Romano, ni su regodeo con la impunidad, que lo hace tan odioso.
Encima, es el que muere… en un tiroteo de lo más traído de los pelos… (cuando ví el tiroteo pensé… acá  lo hacen boleta a Bumpy (el Francella yanky)… y no, el que muere es el maldito Romano… para el esquema yanky, tiene que morir el malo, no el bueno.

El “contexto político” es infinitamente diferente. Ellos están en 2002, a meses del atentado de las torres,  la tele muestra a los terroristas islámicos asesinando periodistas frente a las cámaras… nombran Afganistán…
La pobre chica, hija de Julia Roberts aparece muerta en un contenedor de basura, al lado de una mezquita… e Isidoro Gomez viene a ser un infiltrado del FBI en esa mezquita… o sea, la mata y la deja bien cerca…  un bodrio cualquiera. Totalmente traído de los pelos.


En el libro de Sacheri, está muy elaborado el tema del amor largo y no correspondido que Isidoro Gomez sentía por Liliana Colotto. Ambos son de Tucumán… Ella se va del pueblo y poco después, Isidoro Gomez se entera que ella se había casado… Se pone como loco… 

Todo esto se sabe a partir del  pedido de Rago a su suegro, que le saque información a la madre de Isidoro Gomez, que eran vecinos… averiguan que estaba mal, que se pasaba el día tirado en la cama mirando el techo y que al final se fue a Buenos Aires.  
A buscarla. A matarla.

Si bien eso no está bien  explorado en la película de Campanella, está claro. Son del mismo pueblo, se conocen desde chicos. Él la mira intensamente en todas las fotos. Siempre cerca de ella.
Por eso Benjamín Espósito (Darín) lo encuentra figurita repetida en las fotos de Liliana Colotto que le muestra Rago. Lo ve en muchas fotos, en fiestas familiares, en los 15 de ella, en asados…  siempre con esa mirada… dedicada a la chica que adora y desea sin esperanzas.

En la película yanky el asesino la ve una sola vez en un picnic policial… y hay una foto (sólo una) donde el tipo aparece mirándola. Ese único dato lo convierte en sospechoso.
Desvirtúan tremendamente el sentido del libro de Sacheri: el personaje de Benjamín Espósito (Darín) se conmueve ante el dolor de Ricardo Morales (Rago), ese dolor mudo.


Dice el libro:

Mientras nos apretujábamos con Báez y el flamante viudo en la cocinita   del banco, pensé que la vida era una cosa rara. Me sentía triste, pero, ¿qué   era, exactamente, lo que me ponía así de triste? Difícilmente fueran el   aturdimiento, la palidez, los ojos abiertos y a la deriva de ese muchacho al que   Báez acababa de decirle que veníamos a comunicarle que la esposa había sido   asesinada en su casa. Tampoco el dolor de ese chico. Uno no ve el dolor. No   puede verlo, sencillamente porque el dolor no se ve, en ninguna circunstancia.   Pueden verse, cuanto mucho, algunos de sus mínimos signos exteriores. Pero esos   signos siempre me han parecido máscaras antes que síntomas. ¿Cómo puede expresar   el hombre la angustia atroz de su alma? ¿Llorando a chorros y dando alaridos?   ¿Balbuceando unas palabras inconexas? ¿Gimiendo? ¿Soltando unas pocas lágrimas?   Yo sentía que todas esas muestras posibles de dolor eran solo capaces de   insultar a ese dolor, de menospreciarlo, de profanarlo, de colocarlo a la altura   de muestras gratis. 

 Mientras contemplaba el rostro aterido del muchacho, y escuchaba lo que   le decía Báez acerca de un reconocimiento en la morgue, creí entender que lo que  a veces nos conmueve del dolor ajeno es el temor atávico de que ese dolor nos   transite a nosotros. En 1968 yo llevaba tres años de casado y creía o prefería   creer, o deseaba fervientemente creer, o intentaba desesperadamente creer que   estaba enamorado de mi esposa. Y mientras contemplaba ese cuerpo derrumbado en   un banquito estropeado, esos ojos pequeños y fijos en la llama azul de la   hornilla, esa corbata de nudo estrecho que caía como una plomada entre las   piernas abiertas, esas manos crispadas en las sienes, me ponía en el lugar de   ese hombre mutilado que se había quedado sin vida y me horrorizaba por eso. 

Es un asunto de empatía pura. 
Es dolor de segunda mano. No conoció a Liliana Colotto, pero sus ojos muertos lo golpean. No conocía a Ricardo Morales, pero no puede dejar de sentir su dolor. Quiere darle un cierre a ese hombre que monta guardia tenazmente en las estaciones de trenes para ver si pasa Isidoro Gomez. Porque sí, como respuesta al dolor de Morales, por humanidad.

El Darín negro conoce, es amigo, trabajan juntos con Julia Roberts. Conoció a su hija que era hermosa y  encantadora, compartieron fiestas y charlas. Se burlaban las dos de él porque estaba enamorado de Nicole Kidman… El dolor de Julia Roberts ante el hallazgo del cadáver de su hija, es cualquier cosa menos mudo.

Así es como ocurre algo que me disgusta profundamente de la película yanky…

Es tan bruta la subestimación, el menosprecio que tiene la industria de  Hollywood hacia sus espectadores, que le mastican, tragan y regurgitan los contenidos… no les dejan nada para pensar ni sentir, se lo dan todo explicado, sentido y sobreactuado.

Para mostrar el dolor y aumentarlo, necesitan  la culpa. Así que generan conversaciones donde todo se expresa…  Que el negro Darín se iba a encontrar ese día con la chica, para comprar una torta, para un cumpleaños sorpresa de la madre… una sanata pelotudísima… encima no pudo ir y la chica quedó esperándolo, cuando justo justo la agarró el asesino violador.  Así le pueden agregar culpa al dolor.

Lo mismo hacen con la madre. Parece que no es suficiente dolor la pérdida de un hijo, necesitaron explicar la culpa de la madre por haber llevado a la chica a ese picnic donde el violador asesino la conoció… la chica no tenía ganas de ir y ella la obligó. Minimizaron todo y termina siendo un capítulo de La ley y el orden…

Para esta gente de la industria hollywoodense,  no existe la empatía… eso que uno siente, como espejo… el dolor de otro. No les resulta factible. Tiene que haber un interés para que les mueva el dolor…

Me hicieron acordar  de la oportunidad donde un  periodista yanky  le preguntó a  Fidel Castro qué intereses tenían en el Congo, en Angola, en Sudáfrica… qué ganaban metiéndose en ese conflicto…  Y Fidel le respondió con simpleza… solidaridad… ayudar a los africanos a alcanzar su libertad, ayudar a esos pueblos a terminar con el apartheid… que es algo ofensivo para la humanidad…

El yanky sólo podía entender que Cuba se involucrara si mediaba algún interés económico, para llevarse algo…

Esto es lo mismo. Tienen que justificar el dolor. Y explicarlo. Y gritarlo. Porque pareciera que se dirigen a un público torpe que no puede arribar a sus propias conclusiones, un millón de Homeros Simpsons, incapaces de captar sutilezas.

Sigamos:
En la peli argentina, son de Chivilcoy, y Morales habla por teléfono con la madre de Isidoro… así es que Benjamín Espósito (Darín) y Sandoval (Francella) hacen un allanamiento ilegal de la casa de la madre de Isidoro Gomez, a ver si pueden encontrarlo… 
Sandoval se roba unas cartas que Isidoro Gomez le manda a su madre, donde después de mucho analizar, se dan cuenta que los apellidos que menciona son jugadores de Racing… y ahí, gracias a  los borrachines amigos de Sandoval, descubren su pasión.

En la peli yanky… el allanamiento ilegal lo hacen en la casa de una stripper!! que es novia del Isidoro Gomez yanky… lo que roban de la casa no son cartas sino un cómic!! dibujado por el tipo… donde están algunas referencias a los Dodgers… de ahí sacan “la pasión”… qué querés que te diga… remil forzado.

No hay Triple A que suelte al asesino… no hay la sensación de opresión de subir en el mismo ascensor con Isidoro Gomez de la Triple A, que juega en tus narices con un arma… no hay exilio del Darín negro…


Hay un ir y venir en el tiempo, sólo referenciado por unas pocas canas del Darín negro, cambio del largo de pelo de Kidman… pelados, con pelo y sin pelo…

Respetaron los gags… los detalles graciosos como el susto que Francella le provoca a Darín cuando están allanando ilegalmente la casa de la vieja… o la patada al perrito…

En el libro de Sacheri, Isidoro Gomez cae preso por un incidente con un guarda de tren… por no pagar el boleto y la escena de la indagatoria es con Sandoval (Francella), no con Irene… Está muy buena la situación en el libro porque Sandoval está borracho y Benjamín Espósito no entiende qué quiere hacer… y se desespera… pero Sandoval lo hace entrar por el tubo a Isidoro Gomez y lo lleva a confesar.

En la película argentina, Gomez cae preso porque lo van a buscar a la cancha… se justifica plenamente el cambio de escenario porque la escena de la cancha es genial. 
Darín interroga a Isidoro Gomez, y no está Francella, sino Villamil… que se da cuenta que Gomez le mira las lolas… y lo menosprecia, le dice que tiene brazos de fideo y un maní quemado como pene. Gomez pela su miembro y confiesa brutalmente.

En la película yanky respetan bastante la escena de la indagatoria, pero por supuesto que la pacatería yanky JAMÁS te va a mostrar el pene del tipo.  Y la escena casi fracasa. Casi.

Benjamín Espósito, lo busca a Morales en la estación de Once, donde sigue haciendo guardia buscando el rostro de Gomez, y le avisa que lo tienen preso.

La escena paralela a esta, sería una donde el Darín negro la encuentra a Julia Roberts sentada en un banco frente a la mezquita… donde el Isidoro Gomez yanqui labura de infiltrado… un bodrio intragable.

En la peli yanky, ya fracasando irremediablemente en encontrar los paralelismos, a Gomez lo duplican, ellos se confunden y siguen a otro que se le parece pero no tanto, y sostienen que se hizo cirugías…

Hay un montón de escenas donde charlan el trío yanky: el Darín negro, Nicole Kidman y Julia Roberts… en nuestra peli, Rago ni se conocía con Villamil. Ni falta que hizo.


En la peli nuestra, Darín descubre que Rago tiene al tipo enjaulado. La contundencia de la frase “usted dijo perpetua”… queda perdida en la nada, porque el Darín negro jamás tuvo una conversación con Julia Roberts respecto de cuánta pena le correspondería al asesino… porque ambos son policías… y eso está sobreentendido. 
Además porque ellos sí tienen pena de muerte.

Así que la escena que golpea el estómago entre Darín y Rago… está totalmente perdida y desdibujada.

Encima le dan un giro horrible al final… le cambian el sentido.

El negro Darín descubre que Julia Roberts tiene al tipo enjaulado… Ella dice “le corresponde perpetua”… Darín negro le contesta “a él… a vos no…” y le deja un revolver ahí, y se va afuera a cavar un pozo con una pala… se escucha el tiro… y sigue cavando. THE END.

En nuestra película, Rago necesita que Isidoro Gomez viva largamente en la nada… 
Ese es el sentido. 
Rago condena a Isidoro Gomez a una larga vida llena de nada. La misma nada a la que quedó condenado Rago cuando fue privado del amor de su vida. 
No hay final feliz ni esperanzador. 
Perpetua es perpetua. Perpetua para Gomez, perpetua para Rago.

Ese amor sin esperanzas, pero principalmente sin huevos…  de Benjamín Espósito por Irene Menendez Hastings… está claramente impregnando las interacciones entre ambos. Nuestra Irene no es inalcanzable, le vive dando el pié, abriendo espacios… y el tipo no se anima… es un amor sin esperanzas porque él no se anima.



En la película yanky, no hay tales sutilezas… todos bardean al Darín negro por ese amor manifiesto que la helada y distante Nicole Kidman nunca va a retribuir. No hay sutileza, sólo un festival de miradas unos segundos más largas de lo conveniente… que pueden confundirse con cualquier cosa… desconcierto… calentura… y, para rematarla, hacen aparecer a un tipo, que viene a ser el marido bianudo de ella que los encuentra en situación extraña,  y manda una frase horrible: por fin… porque lleva 12 años acá en el medio… algo así. Absolutamente innecesario. Absolutamente burdo.

No hay sutilezas como la Remington que no marcaba la letra A… ni el  tema de la puerta que Irene deja abierta o cierra definiendo los límites de la intimidad… no hay un escritor renegando con las palabras, ni un hombre solitario haciendo cumplir la condena en silencio y soledad, al asesino que le mató al amor de su vida.

Me enredé un poco en las diferencias , porque en realidad estamos comparando tres cosas: el libro de Sacheri, la película de Campanella y la porquería yanky…

Podría seguir profundizando, pero voy redondeando: la moraleja es que Hollywood se tiene que dedicar a lo que hace bien… películas de acción, con autos que explotan y personas que quedan agarradas del dedo meñique a las patas de un helicóptero en vuelo y que después pelean con el piloto en el techo del helicóptero que sigue volando… 

Películas donde mueren todos los malos y ganan los buenos, y el héroe le da un tremendo beso a la chica, frente a una multitud que aplaude…

Que hagan Batman, que la hacen bárbaro…  (a nosotros, nos sale Juan Carlos Batman)

Las sutilezas y las profundidades son incómodas para la industria del Hollywood… y no saben hacerlo.

Ya sabemos que todo lo que Hollywood toca, lo convierte en mortadela.

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