Resulta que leo en el página que la Sociedad Rural Argentina organiza unos seminarios de FORMACION CIVICA. Quieren enseñar a la "gente del campo" qué es esto de la democracia…
Y para eso sentadito al lado de Biolcatti… estaba quién?
VICENTE MASSOT
Director del célebre diario de ultraderecha La Nueva Provincia, (vocero de la Marina y famoso por las cruces esvásticas en los crucigramas de su contratapa)
Massot es dueño de la empresa de seguridad Megatrans, es profesor titular en la UCA y fue ministro de Defensa de Carlos Menem hasta que reivindicó la tortura, (y se tuvo que ir por la puertita de atrás)
Massot fue en los ’70 editor de la revista Cabildo
Desde donde vomitivamente se justificaron con argumentos teológicos y lógicos la tortura y la ejecución de prisioneros. Y por ejemplo, se calificaba: “A ‘Le Monde’, un diario blanduzco y baboso, identificado con las izquierdas rosadas, las botas le causan un horror visceral (...) Prefiere el tercer sexo al sexo masculino, el color rosa al celeste y, lógicamente, las chancletas a las botas.” (Vicente G. M. Massot, “La obsesión del fascismo”, Cabildo, 7-2-74)
Los Massot tampoco se privaron de elogiar la violencia clandestina de derecha, la Triple A.
El diario La Nueva Provincia festejó un comunicado del Comando Central de Seguridad del Movimiento Justicialista según el cual “por cada peronista que caiga a partir del día 28 de mayo de 1973 caerán 10 representantes de la línea izquierdista” y sólo lamentó “que estos aguerridos grupos de argentinos que defienden los colores patrios y reaccionan como hace rato debió hacerlo el país todo contra el ‘trapo rojo’ se vean forzados a accionar en la clandestinidad, jugándose la vida en operativos paramilitares, cuando existen en la república los organismos profesionales y regulares a los que debiera apelar el gobierno para terminar, definitivamente, con la siniestra aventura marxista” (5-6-73).
En 1975 el diario consideró el triunfo de Cámpora como un ejemplo de “tiranía del número”, “pura formalidad de un simple acto electoral erigido en ‘esencia de la democracia’” y enfatizó que “la nación está por encima de siete millones de boletas partidarias” (23-11-75).
Durante la dictadura, Diana Julio de Massot, mamá de Vicentito era la directora del diario y su hijo Vicentito era muy amigo de Jacinto Chamorro a quien visitaba en la ESMA.
En junio de 1976 los obreros gráficos Enrique Heinrich y Miguel Angel Loyola, que habían encabezado las reivindicaciones de los trabajadores de La Nueva Provincia, fueron secuestrados, torturados y asesinados.
Los encontraron muertos maniatados por la espalda, con signos de torturas y destrozados a tiros.
Ningún directivo ni periodista de La Nueva Provincia fue al velorio ni se solidarizó con las familias.
Consultado sobre el caso, Acdel Vilas (si, el 1º a cargo del Operativo Independencia) fue contundente: “Hay empresas que prefieren matar a sus empleados antes que indemnizarlos”. Lo dijo él, eh?
La vieja esta, Diana Lía Julio Pagano de Massot, integrante de la Liga Anticomunista Mundial, en la editorial publicó conceptos sobre los dos periodistas muertos, que dan escalofríos:
Sugirió que pretendían intervenir el diario para “cooperativizarlo o crear alguna otra forma de autogestión sovietizante”, los equiparó con “la infiltración más radicalizada del movimiento obrero argentino” y anunció que “esta empresa también conoce el ‘sóviet’ que aún usufructúa y aprovecha dentro de nuestra propia casa el desorden generado por un estado en descomposición”. Denunció la “labor disociadora” de los delegados, “cuyos fueros parecieran hacerles creer, temerariamente, que constituyen una nueva raza invulnerable de por vida” (1/9/75).
El abogado de la empresa La Nueva Provincia de Bahía Blanca, de apellido Lebed, tenía una sobrina médica, María Susana Lebed, que fue secuestrada por la jauría de Camps. A pesar de hacer gestiones por esa chica, la vieja publicaba en el diario que “en la Argentina no hay crímenes como no sean los perpetrados por las bandas marxistas y peronistas; no hay torturas como no sean las del ERP y Montoneros”.
La Dra. María Susana Lebed nunca apareció
Las editoriales del diario, en el año 76 eran apabullantes… Decían: “la guerra contra la subversión debe ser total, frontal y definitiva” … Y admitían que había una “manera no convencional” de enfrentar al enemigo, omnipresente “en la selva, el monte, la ciudad, la universidad, el hospital, el café-concert, el periodismo, la televisión e, incluso, la Iglesia”.
Renegaban por la cobardía de los militares. “Son unos cagones. Tenemos generales, almirantes y brigadieres de papel –le explicaba a Scilingo el más moderado de los Massot, Federico–. No quieren fusilar. No quieren muertos. No quieren tener problemas con la Iglesia. Evitan los inconvenientes y críticas que en su momento vivió Franco en España y Pinochet en Chile. Será una dicta-blanda. Combatirán la subversión sin firmar las sentencias de los muertos. Creo que esto traerá problemas futuros.”
En las editoriales del diario no eran más sutiles: “Es hora de abandonar esta absurda y forzada mentalidad ‘legalista’ que parece querer imponérsenos. (...) Se trata de saber, ahora, si las Fuerzas Armadas están preparadas para asumir la responsabilidad de aquellas medidas urgentes que deben tomarse ya, porque una sociedad harta de desorden y falta de autoridad, pero sobre todo, sin vocación de suicidio, así lo exige: juicios sumarios, pena de muerte dictada por autoridades militares, toque de queda y patrullaje militar en todo el país”. (6-7-76)
Cuando Harguindeguy en el 77 advirtió a los argentinos que “se olviden de contiendas electorales inmediatas”, (aquello de que las urnas estaban bien guardadas) el diario de Massot retrucó que para ser “realmente afortunada” la frase “debería haber omitido el último vocablo”. Al no hacerlo, “cualquiera puede hacerse a la idea de que, tiempo antes o tiempo después, el proceso desembocará en una salida política a la antigua usanza” (3-12-77).
Uno quisiera creer que después de 25 años de democracia, las cosas podrían haberse alivianado…
Pero no…
Vicente Gonzalo María Massot, que también forma parte del movimiento Dios, Patria y Familia, es el líder de la Falange Restauradora Nacionalista, obliga a sus empleados a cortarse el pelo cortito y prohibe los pantalones cortos, y no se toleran mujeres solteras embarazadas en sus filas.
Escribió un montón de libros... mirá los títulos:
Esparta: Un Ensayo Sobre El Totalitarismo Antiguo
La Excepcionalidad Argentina: Auge Y Ocaso De Una Nacion Violencia Politica En La Argentina (1806-1980)
Max Weber Y Su Sombra: La Polemica Sobre La Religion Y El Capitalismo (editado también en inglés)
El Poder De Lo Factico Un Mundo En Equilibrio: La Realpolitik En La Europa De Bismarck
Una Tesis Sobre Maquiavelo: Y Otros Escritos
En Barcelona acaban de derribar un monumento de 18 metros de alto de José Antonio Primo de Rivera y acá Vicente Massot le escribe un libro...
En 2003 el amigo Vicentito escribió el ensayo "Matar y morir: la violencia política en la Argentina 1806-1980", donde se despacha con una serie de afirmaciones muy explicativas acerca de la última dictadura.
Las ejecuciones “fueron descartadas por impracticables: ¿cómo justificar miles de fusilamientos ante el clamor que tal práctica levantaría en el mundo?” … “La metodología escogida fue, pues, descargar sobre los subversivos el terror que ellos habían usado y del que habían abusado. ¿De qué manera? Haciéndolos desaparecer”. "Eso dio pie a una serie de excesos”… “excesos inevitables”. Y da como único ejemplo la masacre de los curas palotinos. Parece que obligar a una mujer a parir vendada y maniatada en el piso de un patrullero, que un médico policial le haga expulsar la placenta de una trompada y la obligue desnuda a baldear su habitación, no es un exceso. Tampoco se le escuchó objetar la violación de mujeres, ni la apropiación de bebés, ni que se asesine a una partera que mediante un anónimo informó del nacimiento de una niña a la familia de una secuestrada. Nada de eso, no.
Cuando las Fuerzas Armadas decidieron “la guerra contra el terrorismo”, se enfrentaron con “un problema insoluble”, escribe hoy Massot: “La misma estrategia de combate prenunciaba, desde sus inicios, lo que iba a suceder: la guerra se ganaría, pero al mismo tiempo, como una verdadera maldición, se perdería la paz al estallar en las narices de los militares esa bomba de tiempo (entonces apenas visualizada) que era ‘la ideología de los derechos humanos’”.
“El resultado militar de la contienda favoreció a las Fuerzas Armadas. El resultado político, en cambio, a sus adversarios. Se trata de un fenómeno nunca antes visto, por lo menos en el mundo moderno”.
La idea de convertir a las fuerzas armadas en una banda clandestina, sin ética y sin ley, no es un fenómeno para Massot, evidentemente
Ese es Vicente Massot… si, al lado de Biolcati y de los otros gerontes de la Sociedad Rural Argentina, que se reúnen para enseñar democracia a "la gente del campo"
Cuando uno ve en la convocatoria el nombre de Massot, con la historia que tiene, se pregunta qué pensarán que puede aportar esta persona a la democracia?
El actual director de la Sociedad Rural de Bahía Blanca… martillero Juan Roberto González Biocca… presente en la juntada democrática ruralista, hizo alarde de paisano bravío meses atrás durante una asamblea cuyo audio registró la FM de la Calle:
“Estamos cansados de palabras por lo cual voy a ser muy breve”, anunció “Esta señora que tenemos hoy de turno (en referencia a la presidenta Cristina Fernandez) ha tocado un tema muy hiriente hacia nosotros, y lo dije y lo digo acá en voz alta a todos los políticos y las pongo acá (sic) sobre la mesa: ¡Estamos en democracia gracias a las Fuerzas Armadas que eliminaron a la subversión!”. Y el gauchaje ruralista lo ovacionó.
Qué valiente sos, chabón! Ponelas sobre la mesa o dentro de un platito de sopa bien caliente, a ver qué pasa…