EL SORETE ELIASCHEV

Confieso que intento no atragantarme con lecturas que me generan jugos gástricos corrosivos. Pero paseando por distintos blogs de amigos, me encontré en Una Lectura con un verdadero vómito venenoso de Pepe Eliaschev, titulado Mercenarios, que fue publicado (ayer domingo) en el cada día más repugnante diario Perfil.

Es TODO veneno, pero en particular me molestó el párrafo dedicado a las “ancianas mujeres”, es decir Madres y Abuelas… a las que también denomina “mercenarias”…

“Ancianas mujeres que dedicaron más de tres décadas de sus vidas a impugnar el terrorismo de estado y negarse a convalidar todo tipo de impunidades, ronronean hoy con beneplácito bajo la frazada caliente de la protección del Estado, no sólo olvidadas ya de sus míticas irreductibilidades ante la seducción corruptora del poder, sino incluso explícitamente deleitadas por integrar el aparato de conducción."

"¿Todo era tan barato y simple? Confieso mi atragantamiento ante esta pregunta. ¿Cómo es que el silencio o la complicidad clamorosa de alguien del mundo de los medios, podría valer diez millones de dólares? ¿Cómo una universidad fraudulenta y un plan de viviendas populares van a implicar la firma de un contrato letal con ese mismo Estado contra el que sus hijos y nietos se levantaron en armas? ¿Cómo se entiende que personas habituadas al prisma inquisidor, riguroso y siempre insatisfecho del verdadero intelectual, sean domadas por migajas monetarias y la promesa de esa notoriedad mediática que en el fondo siempre codiciaron?”

Me primera reacción fue gruñir todo el rosario de puteadas que conozco. Recordar a la madre, abuela, hermanas, tías, sobrinas y loras del querido Pepito.

Por supuesto, no es posible dejar comentarios en su nota nauseabunda del diario.
Así que me tuve que sentar a escribir y a pensar que en una de esas, este tipo merece una avalancha de mails, cartas y escupidas. Digo, así se pueda sentir perseguido por las hordas kirchneristas, como está deseando.

Es uno de estos cuadrados que piensan que nadie puede estar de acuerdo con este gobierno, y si lo está, es porque le pagan. Somos todos mercenarios los kirchneristas.
Y las Madres y las Abuelas. Hay que ser muy cuadrado.

Es uno de esos tipos que antes eran progresistas, y de pronto el facho interior le brota.
Si no piensan como yo, no piensan, son mercenarios comprados con un chori y una coca.

Y después hablan de la crispación, de la falta de diálogo. ¿Qué vas a hablar con uno que descalifica de entrada?

Dice:
“Proliferan en la Argentina personajes cuyas opciones actuales suscitan mucho asombro, incredulidad, desasosiego. ¿Qué le pasó a fulano? ¿Cómo puede decir hoy todo lo contrario de lo que opinaba hace dos años y medio?” … “No tengo respuestas satisfactorias, naturalmente, ni explicaciones. No sé qué les pasó, pero es raro, admito desde ya, y además es muy desconcertante.”

Y me acuerdo de las épocas de la incipiente democracia alfonsinista, donde los odiadores de siempre cantaban a voz en cuello “se va a acabar, se va a acabar… la sinagoga radical” y éste soretito aullaba de horror, de sentirse mencionado por los esbirros de la muerte.

Ahora él integra el coro de odiadores

Dice:
“un patrón de conducta formateado: progresismo-devenido-oficialismo como forma superior del cinismo.”

Yo corrijo:
“un patrón de conducta formateado: progresismo-devenido-fascismo como forma superior del cinismo.”

Y como es un cínico, pero al mismo tiempo un cagón, no dice lo que piensa y de quién lo piensa con todas las letras, lo dice como un chisme enigmático:

“Pero en la cachonda Argentina de 2010, a nadie le aguarda el potro de tormentos si se anima a negar que la ley de medios sea “la madre de todas las batallas”. No es cierto que las alternativas de convertirse en tropa del poder sean la muerte o el exilio amargo. Lo más llamativo y desesperante de lo que acontece, ahora mismo, en este país es que el Gobierno fue exitoso en reclutar adultos que encaran ya la edad del retiro y que, como varones maduros ilusionados con la promesa de un orgasmo juvenil y rotundo como los de antes, advierten que parte el último tren y que, por lo tanto, dale que va, por qué no montarse a él."

“La revolución no la hicieron, ni tampoco asaltaron el Palacio de Invierno, pero se convencieron de que es progreso lo que les pintaron como progreso: Lo aceptaron y vivieron como si fuera realidad. Como me dijo una vieja novia de los años de plomo, hoy oficialista de paladar negro, “les banco todo, incluyendo el Botox y las carteras Louis Vuitton”.
“Ah, bueno, acabáramos. ¿Era eso entonces?”

Termina cayendo en el lugar común de las carteras y el botox… qué poco nivel, Pepepompín!

Como reflexión final... si los soretes cagaran cagarían pepes eliaschevs.

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