04 abril 2007

HAY QUE SER NABO, EH???



(Para un nabo, no hay nada mejor que otro nabo... así salen esas fotos nabíferas...)

El 9 de diciembre de 2004 la jueza federal Cristina Garzón de Lascano ordenó el arresto de quince represores acusados de cometer crímenes de lesa humanidad en la órbita del Tercer Cuerpo de Ejército.

Así que fueron a dar con sus huesitos a la cárcel (mentira, sólo perdieron una parte de su libertad...) Luciano Benjamín Menéndez, Jorge “Tigre” Acosta y Ricardo Lardone (civil, de inteligencia), Juan Sasiaiñ, Hermes Rodríguez, Emilio Morard, Luis Quijano, Luis Manzanelli, José Herrera, Luis Diedrichs, Carlos Vega, Carlos Díaz y Héctor Raúl Romero.

Haciendo gala de principios coherentes y éticas incuestionables, dos acusados de fugaron: el torturador Arnoldo José López (que lo detuvieron poco tiempo después) y el ex mayor Ernesto Guillermo Barreiro, porfiado en su fastidio de presentarse en Tribunales para responder por aquello de que se jactaba, según sus víctimas de las sesiones de tortura.
LA HISTORIA DEL NABO


Los sobrevivientes de La Perla lo recuerdan como “El Nabo” o “Hernández” ”, “Rubio” o “Gringo”, un duro, un sádico hijo de puta, nacionalista y antisemita, famoso por sus proclamas nazis durante las sesiones de tortura, que era el jefe de torturadores entre 1976 y 1979 en el CCD más conocido de Córdoba.

Egresado del Colegio Militar de la Nación como subteniente del arma de Infantería en 1966, Barreiro fue oficial de Inteligencia e integró los “Comandos Especiales” que operaban en La Perla.



Las causas en su contra son muchas. Después de Luciano Benjamín Menéndez, Barreiro es acusado de los crímenes más graves cometidos en La Perla.

Cómo será de bestia que, para Barreiro, Jorge Rafael Videla es “un blando”. Lideraba un grupo de oficiales que idearon los primeros volantes de Famus (la agrupación pro dictadura que reunía a los “familiares de las víctimas de la subversión”) y de los grupos ultraintegristas Falange de la Fe y Tradición, Familia y Propiedad.




En abril del ’87 anunció que no se presentaría a declarar en la Cámara Federal de Córdoba para responder a los cargos que pesaban sobre él en una causa en la que se investigaba la muerte de 28 detenidos en la cárcel provincial.

Su actitud, urdida con su grupo de cómplices, detonó el levantamiento carapintada de Aldo Rico en Campo de Mayo de Semana Santa.















Luego de la Semana Santa del ’87, Barreiro se presentó a declarar y quedó en libertad, beneficiado por la ley de Obediencia Debida.
Y en 2004, se profugó porque se reabrieron las causas con la caída de las leyes de impunidad.

Pero ahora...

Interpol lo localizó en Virginia, Estados Unidos donde trabajó o simuló trabajar, gracias a una actividad comercial de su mujer.

Parece que lo van a deportar por haber mentido en su declaración al ingresar. Barreiro entró legalmente, pero amparado en una mentira: respondió que no, cuando le preguntaron si tenía causas penales pendientes. Los agentes constataron la existencia de la causa y decidieron no renovarle el visado.

Así que ésta Semana Santa la pasa en la sombrita...

Pero hay que andar con pie de plomo porque una fianza puede ponerlo en libertad hasta que culmine el proceso y Barreiro podría volver a profugarse.

A todo ésto...



Bignone (Reynaldito Benito) fue interrogado por el juez federal Canicoba Corral, y negó haber cometido apología del crimen cuando en una carta dirigida a los jóvenes los invitó a concluir “lo que nosotros no supimos ni pudimos terminar” durante la dictadura.

Reynaldito argumentó que la expresión “lo que no pudimos terminar” estuvo referida a la edad de quienes “procuramos la verdad completa”.

Arrugueitor...


Reynaldito quedó muy dolido después que K hizo que Bendini saque su retrato que colgaba en el Colegio Militar de la Nación...



Yo me pregunto... si son tan machos, tan bravíos, y están tan seguros y orgullosos de lo que hicieron durante la dictadura... y no se cansan de repetir como loros borrachos que fue por “salvar a la patria”, porqué se rajan? porqué no enfrentan? porqué que reculan?

2 comentarios:

María Petraccaro dijo...

Porque son CA-GO-NES.
Se escudan detrás del poder que les dan sus uniformes, sus armas o su fuerza bruta, pero a la hora de la verdad, corren.

Anónimo dijo...

EL “¡VIVA VIDELA!” GUARANÌ
(Luis Agüero Wagner)

“Los pies del hombre descansaron de noche, junto a los pies del àguila, en las altas guaridas carniceras y en la aurora/ pisaron los pies del trueno, la niebla enrarecida/ hasta reconocerlas en la noche o la muerte” (Pablo Neruda)

En los primeros días de marzo de 1977, las fuentes oficiales divulgaron en Asunción que en pocas semanas el Paraguay recibiría a quien algunos consideraban por entonces un ilustre visitante: el presidente de facto argentino, el General Jorge Rafael Videla. Como medida profiláctica, los grupos de tareas de Pastor Coronel habían iniciado con anticipación una cacería de militantes contestatarios que fueron apiñados en dependencias policiales sin orden de detención ni justificación alguna. Se encontraba entre ellos el conocido activista por los derechos humanos y militante febrerista Julián Cubas, considerado por la policía política paraguaya como una amenaza para el Operativo Cóndor y los comandos radioeléctricos de la Policía Federal Argentina, a pesar de su pacifismo y carencia de peligrosidad, dado que quienes tenemos el placer de conocerlo sabemos de su incapacidad para matar una mosca.
Por las mismas fechas, el escritor Rodolfo Walsh hacía conocer su famosa carta abierta a la Junta Militar de Videla y sus compañeros de ruta, después de cuya publicación desaparecería devorado por la vorágine del terror. “Entre mil quinientas y tres mil personas han sido masacradas en secreto después que ustedes prohibieron informar sobre hallazgos de cadáveres que en algunos casos han trascendido, sin embargo, por afectar a otros países, por su magnitud genocida o por el espanto provocado entre sus propias fuerzas” recriminaba Walsh el 24 de marzo de 1977 a quienes en pocas horas serían sus verdugos. Al día siguiente, un pelotón especializado lo emboscó en las calles de Buenos Aires y no volvió a saberse de él.
Casi simultáneamente, eran aprehendidos en Asunción Alejandro Josè Logoluso y Marta Landi(Archivos del Terror, libro W48, 29 de marzo de 1977), quienes luego sufrirían en Argentina un destino similar al de la bioquímica paraguaya y militante febrerista Ester Ballestrino, madre de la plaza de Mayo, arrojada al mar a fines de ese mismo año en los célebres vuelos de la muerte con que se pretendía eliminar “ a todos los que hagan falta”.
Mientras estas iniquidades se sucedían en la semipenumbra, el luchador por la libertad de expresión Aldo Zucolillo publicaba un editorial titulado “Es Fácil pontificar lejos del problema”(ABC, 4/III/77). El paladín de la democracia citado, justificaba en esas memorables líneas todos los asesinatos y desapariciones del Proceso argentino y pedía a los críticos –entre ellos el presidente norteamericano James Carter- que hagan “un sincero esfuerzo por ubicarse en las circunstancias y pensar, con justicia y sin pasión, qué haría uno mismo en su lugar”. Se deduce, pues, que este gran defensor de la libre expresión hubiese actuado exactamente igual que Videla de encontrarse en su lugar.
No seríamos inoportunos si recordáramos al respetable público que Zucolillo contó con el padrinazgo de Stroessner para prosperar en múltiples emprendimientos, así como del general Andrès Rodríguez que alimentó inusitadamente sus finanzas en épocas en que la prensa de más de cien países se hacía eco de sus vinculaciones con el tráfico de heroína marsellesa a Estados Unidos. Y que prodigó tantos elogios al dictador en editoriales y notas de su diario, que se podría empapelar con una copia de cada uno de ellos todo el Palacio de López y el horroroso edificio del Parlamento.
Conociendo a su pueblo “ignorante y supersticioso”, fácil resultó después mencionar en su diario que “la sola presencia de las caperucitas (camionetas de la policía) en los barrios resultaba traumàtica para cualquier ciudadano”(ABC, 29/VII/97). Olvidò mencionar que era precisamente èl, Aldo Zucolillo, quien vendìa a travès de sus concesionarias de automotores esas camionetas Chevrolette a la policía de Stroessner.
El 12 de Diciembre de 1996 el mismo empresario de la prensa declarò a radio Ñandutì que “Yo querrìa que alguien me niegue que los primeros 20 años de gobierno de Stroessner fueron muy constructivos. De que fueron constructivos lo fueron y nuestros editoriales descifraban eso, 20 años de construcciones”.
La pregunta que se impone es: ¿Cuándo empezó la dictadura de Stroessner para Aldo Zucolillo? ¿Vivía bajo una dictadura cuando el 15 de junio de 1974 participó de los festejos del casamiento entre Hugo Fernando Zucolillo con María Oliva Stroessner Mora, o cuando se enorgullecía de la vista de Stroessner “en nuestra casa”(ABC, 9/VII/77)?
Lo más probable es que la dictadura haya empezado cuando se perdieron ciertos privilegios y cuestiones impositivas, sumadas a otras nimiedades. Entonces hizo falta un buen equipo de asesores en materia de “Fè de erratas”, pues como decía Jacobo Timerman, se necesitan a los mejores periodistas de la izquierda para hacer un buen periódico de derecha.
Quienes no creían en el retorno de los brujos, ya ven hoy al nieto de Stroessner creciendo en la política paraguaya y poniendo el pié firme en cada escalón, sin mayores sobresaltos, favorecido sobre todo por la hipocresía de sus detractores, los verdaderos culpables de que ello suceda. Valga este discernimiento, parafraseando a Zucolillo, para que la memoria colectiva no se deje confundir por la inversión de culpas y responsabilidades difundidas por quienes confían en que, de tanto falsear el pasado, la memoria del pueblo flaquee, se desoriente y acabe por absolver a los verdaderos culpables de nuestros males presentes. LUIS AGÜERO WAGNER.

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