El servicio
fue derivando en entretenimiento, e incluso el arte algunas veces logra hacerse
presente en los medios de comunicación. Todo eso es muy importante.
En una
situación tan delicada como una pandemia, donde está muriendo muchísima gente,
el servicio que prestan los medios de comunicación es muy trascendente. Están
en el mejor lugar para colaborar, para comunicar a la población las mejores
conductas para hacerle frente al virus que ataca a la humanidad.
Lo hacen?
Recordé un
programa de TV, de años atrás (creo que era el de Rial), donde habían
descubierto que una señora aparecía en todas imágenes de velatorios de famosos.
Por supuesto ellos se burlaban.
En el
momento donde sacaban el cajón de un muerto famoso para llevarlo al cementerio,
donde la gente suele aplaudir como despedida... estaba la misma señora… El
muerto podía ser un actor, un político, un músico… alguien famoso. Ella estaba
acompañando.
Se me
configuró la idea de que esa señora, probablemente vivía sola, en un mini departamento,
sentada frente a la tele. Todo el puto día. Vivía la vida a través de la tele.
Pensé que entonces, los que aparecían en la tele eran como sus amigos, su
familia… le hablaban a ella, le dirigían la palabra, la hacían reír o pensar… a
través de la tele. Era lógico que los acompañe cuando se murieran,
no?.
Recuerdo
haberme colgado pensando en eso… en esa clase de soledad. Sentí profunda
compasión por esa señora. Y me molestó que no tuvieran la sensibilidad de darse
cuenta de eso, los del programa de Rial.
En las grandes ciudades debe haber mucha gente que tiene a la tele como
su vínculo principal con el mundo. Su gran interlocutor.
La Sra.
Bisman, más allá de su mala dicción y su dislexia de contenidos (estaba apuesto
a todo, sobre las cartas la mesa), había elaborado amorosamente un cartel
con una foto de Nisman, rodeada de florcitas, hojitas y moñitos negros…
se había tomado un gran trabajo de tijera y plasticola, y estaba dolida
sinceramente por ese personaje.
Estaba
sufriendo por el personaje que le habían construido los medios. Acusando a la
Maligna que lo había mandado a matar, como también le habían construido los
medios.
Se acuerdan
del diputado Olivares? ¿que lo balearon junto a un asesor frente al Congreso,
en mayo de 2019, que estaba todo filmado? Que terminó siendo un asunto de
venganza personal contra el asesor? Se acuerdan?
Hubiera sido
excelente que les brindaran contenidos profundos, buenas películas, buenos
programas divertidos, alimento para el espíritu, para que pasen ese tiempo de
encierro lo mejor posible e insistiendo en los cuidados comunitarios.
Pero no.
Los medios
han decidido poner a sus televidentes a escuchar todo el día a opinólogos, con
cero conocimiento de infectología, hablando sin saber, generando las más
absurdas ideas, hablando desde la malicia y bebiendo desinfectantes en cámara, generando
sospechas y develando supuestas conspiraciones... Ayudando a los pobres loquitos
con algún rasgo paranoico, a llenarse de delirios. Sometiendo a todos a una
carga monstruosa de veneno e informaciones tóxicas.
Horas y
horas de tv dedicadas a generar angustia por “la cuarentena más larga del mundo”. Poniendo a todos a
sentirse mal y enojados por los sacrificios que es necesario hacer para cuidar
la salud. Millones de palabras vomitadas al aire con la única intención de
poner de un humor perruno a toda la sociedad.
Y generaron la
desesperación de la señora anticuarentena que gritaba “No queremos ser Valenzuela!!”
Escucho a
Jorge Alemán intentando explicar este fenómeno nuevo, que se da en torno a la pandemia.
Dice que una
cosa es un loco habitado por delirios paranoicos, con voces que le hablan y lo
hacen actuar incluso contra su voluntad, y otra cosa es la generación de este delirio social que no necesita de psicóticos…
Son personas
racionales perfectamente lúcidas que de repente (con una ayudita de los medios)
caen en el disparate del nuevo orden mundial, que nos necesita muertos a todos
y que para eso crearon el virus, y van a meterte un chip con la vacuna, y que
el 5G, los comunistas, los chinos y los rusos, todo sazonado con un gran
rechazo a la política, que los convierte en ultraderecha sin escalas.
Nunca ven
una opción progresista o nacional y popular. Siempre fascista.
Jorge Alemán interpreta (él lo explica muy bien aquí ) que esta es una movida neoliberal destituyente, como un golpe “blando”, que genera caos, corridas bancarias, produce mundos paralelos donde se vuelve imposible el intercambio simbólico. Porque buscan (y logran) romper los puntos de amarre con la realidad.
Y es en todo
el mundo.
Eso es lo
que vemos en las movilizaciones anticuarentena con sus carteles que sacan a
pasear fotos de Videla y a defender una constitución y una república que no
están en riesgo.
Loquitos hay
en todos los pueblos… Pero creo que la gran ciudad ha aportado mucho a ese desequilibrio.
Como dice Rinconet “las psiquis devastadas por el kirchnerismo”
Aparecen en
cada manifestación contra el peronismo en cualquiera de sus formas: anti
cuarentenas, anti médicos cubanos, anti reforma judicial, anti vacuna, anti
estatización de Vicentín… etc. Quiénes inician esta variedad increíble de
indignaciones de peluquería?
Los observo
y veo gente que seguramente debe estar encerrada en un departamento minúsculo,
obligados a compartir el espacio con gente a la que apenas soportan. Veo
gente con frustración de su propio fracaso, saliendo a gritar su odio a la vida
de mierda que supieron conseguirse, culpando de eso al peronismo. O a la
cuarentena, o a Cristina, o a Alberto.
Y de
últimas, pienso con mi almita generosa, pobre
gente... capaz que la vida los trató mal. Y estuvieron viendo demasiada
televisión.
Pero de
pronto veo la cola multitudinaria en un Starbucks en Palermo.
Y pierdo
toda esperanza.
Sin respetar
la distancia, se amontonan durante un montón de tiempo, hacen una cola
larguísima para pagar 200 mangos un café… y caminar con el emblema propaganda
impreso en el vasito… para poder sentirse neoyorquinos… qué mierda les pasa?
Me quedo con
la Sra. Bisman, que al menos no arriesgaba su vida, ni la de otros…
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