Cuarentena mediante, me encontré con la “versión yanky” de
la película EL SECRETO DE SUS OJOS. A mí me gustó mucho la película, y leí con verdadero placer el libro de Sacheri, que es aún mejor que la película.
Inmediatamente, se me generó la inquietud… cómo irán a tratar
el trasfondo político los yankis... la actuación de la Triple A, la dictadura militar, la
complicidad de la justicia…
Me parecía que tanto el libro de Sacheri (bastante diferente
de la película), como la película de Campanella… son muy argentinas, y que iba
a ser complicado “traducir” eso a la idiosincrasia norteamericana.
(En este mismo
momento, los que no quieren enterarse de qué viene la película yanky,
retírense, así no me acusan de spoilear o no sé qué.) Después no digan que
no les avisé…
Con esa expectativa, me puse a ver la película yanky… Y no
me equivoqué: hicieron una película de mierda, HORRIBLE.
Le cambiaron el título. Se llama SECRETOS DE UNA OBSESIÓN.
Darín es negro y en vez de ser prosecretario de un juzgado,
y posteriormente jubilado y escritor… es policía del FBI y nunca escritor, nunca
jubilado... solo se fue del FBI para
dedicarse a la “actividad privada”
El actor se llama Chiwetel Ejiofor… y sobreactúa un
montón.
Rago es mujer… y es Julia Roberts, que en vez de la esposa,
le matan la hija adolescente… y en vez de trabajar en un banco, también es
policía del FBI. Y es amiga del Darín negro. Muy amiga.
Soledad Villamil, que en la peli argentina empieza siendo
secretaria del juez Fortuna, es Nicole Kidman… que entra como ayudante del
fiscal.
El personaje TAN importante de Francella (Pablo Sandoval),
está desdibujado, en un tal Bumpy, que carece de atractivo. Hace el chiste de
atender el teléfono diciendo “tratamiento de disfunción eréctil…” en vez
de “banco de esperma…”
No es alcohólico… No muere a manos de nadie… no se hace
pasar por Darín ni es asesinado por la Tripe A protegiendo a su amigo… Es otro
policía, ladero del negro Darín, pero sin ninguno de los componentes que hacen
del personaje de Pablo Sandoval, un hallazgo en nuestra peli.
Otro desperdicio es el juez Fortuna Lacalle, un personaje que te hace emputecer, que
representa TAN bien a los funcionarios judiciales…
No es casual que Sacheri relate con tanta precisión el
medioambiente tribunalicio. Trabajó efectivamente en Tribunales y vivía en
Castelar, así que en el libro te pinta la zona, el tren Sarmiento… todo con una precisión
fotográfica.
Fortuna Lacalle es el típico personaje de la Justicia: un ser
mediocre, con una gran firma presuntuosa, llena de firuletes, que se quiere
sacar de encima la mayor cantidad de causas, sean homicidios, hurtos o delitos
gravísimos… ni siquiera es un hijo de puta, es sólo un imbécil con ínfulas.
Sacheri lo retrata impecablemente. En la película el personaje queda bien
logrado.
En la peli yanky, lo reemplazan por un fiscal corrupto…
casualmente de apellido Morales (como se llama el personaje de Rago en la peli
nuestra)… que como su apellido latino lo indica, no vale un carajo.
El personaje de Romano, el otro prosecretario del juzgado de
Fortuna… el enemigo de Darín, (el que Darín hace echar del juzgado por torturar
a los dos albañiles, para que se hagan cargo del crimen de Liliana Colotto)…el
que recluta a Isidoro Gomez para la Triple A, en la peli yanky es un oscuro
compañero del FBI, interpretado por Doug de House of Cards… que es un
provocador gratis.
Tampoco tiene la gracia nefasta de Romano, ni su regodeo con
la impunidad, que lo hace tan odioso.
Encima, es el que muere… en un tiroteo de lo más traído de
los pelos… (cuando ví el tiroteo pensé… acá
lo hacen boleta a Bumpy (el Francella yanky)… y no, el que muere es el
maldito Romano… para el esquema yanky, tiene que morir el malo, no el bueno.
El “contexto político” es infinitamente diferente. Ellos
están en 2002, a meses del atentado de las torres, la tele muestra a los terroristas islámicos
asesinando periodistas frente a las cámaras… nombran Afganistán…
La pobre chica, hija de Julia Roberts aparece muerta en un
contenedor de basura, al lado de una mezquita… e Isidoro Gomez viene a ser un
infiltrado del FBI en esa mezquita… o sea, la mata y la deja bien cerca… un bodrio cualquiera. Totalmente traído de los
pelos.
En el libro de Sacheri, está muy elaborado el tema del amor
largo y no correspondido que Isidoro Gomez sentía por Liliana Colotto. Ambos
son de Tucumán… Ella se va del pueblo y poco después, Isidoro Gomez se entera
que ella se había casado… Se pone como loco…
Todo esto se sabe a partir
del pedido de Rago a su suegro, que le
saque información a la madre de Isidoro Gomez, que eran vecinos… averiguan que estaba mal, que
se pasaba el día tirado en la cama mirando el techo y que al final se fue a
Buenos Aires.
A buscarla. A matarla.
Si bien eso no está bien
explorado en la película de Campanella, está claro. Son del mismo
pueblo, se conocen desde chicos. Él la mira intensamente en todas las fotos.
Siempre cerca de ella.
Por eso Benjamín
Espósito (Darín) lo encuentra figurita repetida en las fotos de Liliana Colotto
que le muestra Rago. Lo ve en muchas fotos, en fiestas familiares, en los 15 de
ella, en asados… siempre con esa mirada…
dedicada a la chica que adora y desea sin esperanzas.
En la película yanky el asesino la ve una sola vez en un
picnic policial… y hay una foto (sólo una) donde el tipo aparece mirándola. Ese
único dato lo convierte en sospechoso.
Desvirtúan tremendamente el sentido del libro de Sacheri: el
personaje de Benjamín Espósito (Darín) se conmueve ante el dolor de Ricardo
Morales (Rago), ese dolor mudo.
Dice el libro:
Mientras nos
apretujábamos con Báez y el flamante viudo en la cocinita del banco, pensé que la vida era una cosa
rara. Me sentía triste, pero, ¿qué era,
exactamente, lo que me ponía así de triste? Difícilmente fueran el aturdimiento, la palidez, los ojos abiertos
y a la deriva de ese muchacho al que
Báez acababa de decirle que veníamos a comunicarle que la esposa había
sido asesinada en su casa. Tampoco el
dolor de ese chico. Uno no ve el dolor. No
puede verlo, sencillamente porque el dolor no se ve, en ninguna
circunstancia. Pueden verse, cuanto
mucho, algunos de sus mínimos signos exteriores. Pero esos signos siempre me han parecido máscaras
antes que síntomas. ¿Cómo puede expresar
el hombre la angustia atroz de su alma? ¿Llorando a chorros y dando
alaridos? ¿Balbuceando unas palabras
inconexas? ¿Gimiendo? ¿Soltando unas pocas lágrimas? Yo sentía que todas esas muestras posibles
de dolor eran solo capaces de insultar
a ese dolor, de menospreciarlo, de profanarlo, de colocarlo a la altura de muestras gratis.
Mientras contemplaba el rostro aterido del
muchacho, y escuchaba lo que le decía
Báez acerca de un reconocimiento en la morgue, creí entender que lo que a veces nos conmueve del dolor ajeno es el
temor atávico de que ese dolor nos
transite a nosotros. En 1968 yo llevaba tres años de casado y creía o
prefería creer, o deseaba
fervientemente creer, o intentaba desesperadamente creer que estaba enamorado de mi esposa. Y mientras
contemplaba ese cuerpo derrumbado en un
banquito estropeado, esos ojos pequeños y fijos en la llama azul de la hornilla, esa corbata de nudo estrecho que
caía como una plomada entre las piernas
abiertas, esas manos crispadas en las sienes, me ponía en el lugar de ese hombre mutilado que se había quedado sin
vida y me horrorizaba por eso.
Es un asunto de empatía pura.
Es dolor de segunda mano. No
conoció a Liliana Colotto, pero sus ojos muertos lo golpean. No conocía a
Ricardo Morales, pero no puede dejar de sentir su dolor. Quiere darle un cierre
a ese hombre que monta guardia tenazmente en las estaciones de trenes para ver
si pasa Isidoro Gomez. Porque sí, como respuesta al dolor de Morales, por
humanidad.
El Darín negro conoce, es amigo, trabajan juntos con Julia
Roberts. Conoció a su hija que era hermosa y
encantadora, compartieron fiestas y charlas. Se burlaban las dos de él
porque estaba enamorado de Nicole Kidman… El dolor de Julia Roberts ante el
hallazgo del cadáver de su hija, es cualquier cosa menos mudo.
Así es como ocurre algo que me disgusta profundamente de la
película yanky…
Es tan bruta la subestimación, el menosprecio que tiene la
industria de Hollywood hacia sus
espectadores, que le mastican, tragan y regurgitan los contenidos… no les dejan
nada para pensar ni sentir, se lo dan todo explicado, sentido y sobreactuado.
Para mostrar el dolor y aumentarlo, necesitan la culpa. Así que generan conversaciones donde
todo se expresa… Que el negro Darín se
iba a encontrar ese día con la chica, para comprar una torta, para un
cumpleaños sorpresa de la madre… una sanata pelotudísima… encima no pudo ir y
la chica quedó esperándolo, cuando justo justo la agarró el asesino violador. Así le pueden agregar culpa al dolor.
Lo mismo hacen con la madre. Parece que no es suficiente
dolor la pérdida de un hijo, necesitaron explicar la culpa de la madre por
haber llevado a la chica a ese picnic donde el violador asesino la conoció… la
chica no tenía ganas de ir y ella la obligó. Minimizaron todo y termina siendo un
capítulo de La ley y el orden…
Para esta gente de la industria hollywoodense, no existe la empatía… eso que uno siente,
como espejo… el dolor de otro. No les resulta factible. Tiene que haber un
interés para que les mueva el dolor…
Me hicieron acordar
de la oportunidad donde un
periodista yanky le preguntó
a Fidel Castro qué intereses tenían en
el Congo, en Angola, en Sudáfrica… qué ganaban metiéndose en ese
conflicto… Y Fidel le respondió con
simpleza… solidaridad… ayudar a los africanos a alcanzar su libertad, ayudar a
esos pueblos a terminar con el apartheid… que es algo
ofensivo para la humanidad…
El yanky sólo podía entender que Cuba se involucrara si
mediaba algún interés económico, para llevarse algo…
Esto es lo mismo. Tienen que justificar el dolor. Y
explicarlo. Y gritarlo. Porque pareciera que se dirigen a un público torpe que
no puede arribar a sus propias conclusiones, un millón de Homeros Simpsons,
incapaces de captar sutilezas.
Sigamos:
En la peli argentina, son de Chivilcoy, y Morales habla por
teléfono con la madre de Isidoro… así es que Benjamín Espósito (Darín) y
Sandoval (Francella) hacen un allanamiento ilegal de la casa de la madre de
Isidoro Gomez, a ver si pueden encontrarlo…
Sandoval se roba unas cartas que
Isidoro Gomez le manda a su madre, donde después de mucho analizar, se dan
cuenta que los apellidos que menciona son jugadores de Racing… y ahí, gracias a
los borrachines amigos de Sandoval, descubren
su pasión.
En la peli yanky… el allanamiento ilegal lo hacen en la casa
de una stripper!! que es novia del Isidoro Gomez yanky… lo que roban de la casa
no son cartas sino un cómic!! dibujado por el tipo… donde están algunas
referencias a los Dodgers… de ahí sacan “la pasión”… qué querés que te diga…
remil forzado.
No hay Triple A que suelte al asesino… no hay la sensación
de opresión de subir en el mismo ascensor con Isidoro Gomez de la Triple A, que
juega en tus narices con un arma… no hay exilio del Darín negro…
Hay un ir y venir en el tiempo, sólo referenciado por unas
pocas canas del Darín negro, cambio del largo de pelo de Kidman… pelados, con
pelo y sin pelo…
Respetaron los gags… los detalles graciosos como el susto
que Francella le provoca a Darín cuando están allanando ilegalmente la casa de
la vieja… o la patada al perrito…
En el libro de Sacheri, Isidoro Gomez cae preso por un
incidente con un guarda de tren… por no pagar el boleto y la escena de la
indagatoria es con Sandoval (Francella), no con Irene… Está muy buena la
situación en el libro porque Sandoval está borracho y Benjamín Espósito no
entiende qué quiere hacer… y se desespera… pero Sandoval lo hace entrar por el
tubo a Isidoro Gomez y lo lleva a confesar.
En la película argentina, Gomez cae preso porque lo van a
buscar a la cancha… se justifica plenamente el cambio de escenario porque la
escena de la cancha es genial.
Darín interroga a Isidoro Gomez, y no está Francella,
sino Villamil… que se da cuenta que Gomez le mira las lolas… y lo menosprecia,
le dice que tiene brazos de fideo y un maní quemado como pene. Gomez pela su miembro
y confiesa brutalmente.
En la película yanky respetan bastante la escena de la
indagatoria, pero por supuesto que la pacatería yanky JAMÁS te va a mostrar el
pene del tipo. Y la escena casi fracasa.
Casi.
Benjamín Espósito, lo busca a Morales en la estación de
Once, donde sigue haciendo guardia buscando el rostro de Gomez, y le avisa que
lo tienen preso.
La escena paralela a esta, sería una donde el Darín negro la
encuentra a Julia Roberts sentada en un banco frente a la mezquita… donde el
Isidoro Gomez yanqui labura de infiltrado… un bodrio intragable.
En la peli yanky, ya fracasando irremediablemente en
encontrar los paralelismos, a Gomez lo duplican, ellos se confunden y siguen a
otro que se le parece pero no tanto, y sostienen que se hizo cirugías…
Hay un montón de escenas donde charlan el trío yanky: el
Darín negro, Nicole Kidman y Julia Roberts… en nuestra peli, Rago ni se conocía
con Villamil. Ni falta que hizo.
En la peli nuestra, Darín descubre que Rago tiene al tipo
enjaulado. La contundencia de la frase “usted dijo perpetua”… queda perdida en
la nada, porque el Darín negro jamás tuvo una conversación con Julia Roberts
respecto de cuánta pena le correspondería al asesino… porque ambos son
policías… y eso está sobreentendido.
Además porque ellos sí tienen pena de
muerte.
Así que la escena que golpea el estómago entre Darín y Rago…
está totalmente perdida y desdibujada.
Encima le dan un giro horrible al final… le cambian el
sentido.
El negro Darín descubre que Julia Roberts tiene al tipo
enjaulado… Ella dice “le corresponde perpetua”… Darín negro le contesta “a él…
a vos no…” y le deja un revolver ahí, y se va afuera a cavar un pozo con una
pala… se escucha el tiro… y sigue cavando. THE END.
En nuestra película, Rago necesita que Isidoro Gomez viva
largamente en la nada…
Ese es el sentido.
Rago condena a Isidoro Gomez a una
larga vida llena de nada. La misma nada a la que quedó condenado Rago cuando fue
privado del amor de su vida.
No hay final feliz ni esperanzador.
Perpetua es
perpetua. Perpetua para Gomez, perpetua para Rago.
Ese amor sin esperanzas, pero principalmente sin
huevos… de Benjamín Espósito por Irene
Menendez Hastings… está claramente impregnando las interacciones entre ambos.
Nuestra Irene no es inalcanzable, le vive dando el pié, abriendo espacios… y el
tipo no se anima… es un amor sin esperanzas porque él no se anima.
En la película yanky, no hay tales sutilezas… todos bardean
al Darín negro por ese amor manifiesto que la helada y distante Nicole Kidman
nunca va a retribuir. No hay sutileza, sólo un festival de miradas unos
segundos más largas de lo conveniente… que pueden confundirse con cualquier
cosa… desconcierto… calentura… y, para rematarla, hacen aparecer a un tipo, que
viene a ser el marido bianudo de ella que los encuentra en situación extraña, y manda una frase horrible: por fin… porque
lleva 12 años acá en el medio… algo así. Absolutamente innecesario.
Absolutamente burdo.
No hay sutilezas como la Remington que no marcaba la letra
A… ni el tema de la puerta que Irene
deja abierta o cierra definiendo los límites de la intimidad… no hay un
escritor renegando con las palabras, ni un hombre solitario haciendo cumplir la
condena en silencio y soledad, al asesino que le mató al amor de su vida.
Me enredé un poco en las diferencias , porque en realidad
estamos comparando tres cosas: el libro de Sacheri, la película de Campanella y
la porquería yanky…
Podría seguir profundizando, pero voy redondeando: la
moraleja es que Hollywood se tiene que dedicar a lo que hace bien… películas de
acción, con autos que explotan y personas que quedan agarradas del dedo meñique
a las patas de un helicóptero en vuelo y que después pelean con el piloto en el
techo del helicóptero que sigue volando…
Películas donde mueren todos los malos
y ganan los buenos, y el héroe le da un tremendo beso a la chica, frente a una
multitud que aplaude…
Que hagan Batman, que la hacen bárbaro… (a nosotros, nos sale Juan Carlos Batman)
Las sutilezas y las profundidades son incómodas para la
industria del Hollywood… y no saben hacerlo.
Ya sabemos que todo lo que Hollywood toca, lo convierte en
mortadela.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario